domingo, 23 de enero de 2011
NUEVA JUNTA DIRECTIVA DE LA HERMANDAD DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS DE TRUJJILLO
Junta Directiva de la Hermandada del Sr. De los Milagros (Trujillo)
2011-2012
"SEMBRADORES DE CRISTO"
PRESIDENTE
Hno. LUIS MONTALVAN REYES
VICE - PRESIDENTE
Hno. CARLOS SANTILLAN MENA
SECRETARIO DE ACTAS
Hno. JOSE PAREDES ALARCON
PRO - SECRETARIO DE ACTAS
Hno. CESAR CRUZ SILVA
TESORERO
Hno. MIGUEL INCIO CHAPILLIQUEN
PRO - TESORERO
Hno. JOSE LUIS RODRIGUEZ RODRIGUEZ
FISCAL
Hno. OSCAR SANCHEZ CEDRON
FISCAL ADJUNTO
Hno. JUAN FERNANDEZ GARCIA
CAPATAZ GENERAL
Hno. JUAN MEDINA CRISANTO
SUB - CAPATAZ GENERAL
Hno. CESAR ELERA SALAZAR
PATRON DE ANDAS
Hno. DIEGO BENITES ESPINOZA
SUB - PATRON DE ANDAS
Hno. ANTONIO CHICLAYO SILVESTRE
SECRETARIO DE CULTO LITURGIA Y EVANGELIZACION
Hno. LUIS RAMIREZ ARBAIZA
PRO - SECRETARIO DE CULTO LITURGIA Y EVANGELIZACION
Hno. PEDRO MENACHO RODRIGUEZ
SECRETARIO DE RELACIONES PUBLICAS
Hno. ABEL CAMPOS ELESCANO
SECRETARIO DE ASISTENTADO SOCIAL
Hno. JAVIER ACUÑA OJEDA
jueves, 20 de enero de 2011
AGRADECIMIENTO
AGRADECIMIENTO
Agradezco en nombre de la Nueva Junta Directiva de las Hermandad del Señor de los Milagros de Trujillo, a todos los fieles trujillanos y en especial a toda nuestra Comunidad Parroquial del Templo de Santo Domingo por su asistencia a la manifestación de Fé y a la Misa de Juramentación de los Directivos del período 2011- 2012.
Su asistencia dio realce a dichas actividades, además asumimos una gran responsabilidad de trabajar juntos para proclamar la Buena Nueva a toda persona que lo necesite.
Pedimos a Dios su bendición para que hagamos su voluntad y en todo momento ser luz en esta sociedad que tanto lo necesita.
Atentamente.
Hno. Abel Guillermo Campos Elescano
Sec. Relaciones Públicas e Imagen Institucional
SEMBRANDO PARA EL SEÑOR
SEMBRANDO PARA EL SEÑOR
Se inicia un nuevo período de una nueva junta directiva de la Hermandad del Señor de los Milagros de Trujillo. De acuerdo a lo transcurrido en la historia de nuestra Hermandad, hemos avanzado, así como el pueblo de Israel para llegar a la Tierra Prometida. A veces no entendemos el mensaje de nuestro Salvador y somos presos de nuestros temores y nuestros apetitos personales. Cómo no recordar la humildad que poseía Jesús, a pesar de ser el hijo de Dios y tener poderes sobrenaturales, Él no se sentía mejor que ninguno de los que le acompañaba, sino que quería agradar a su Padre y en todo momento obedecía sus órdenes en desmedro aún de su interés personal.
Un gran Amor nos une con nuestro Creador, porque ofreció a su Hijo para rescatarnos del pecado y para tener la gracia de ser hijo de Él.
En nuestras ciudades y las urbanizaciones donde vivimos, se va acrecentado la delincuencia y la violencia, por hijos que nunca recibieron el amor de un padre responsable. Y ahora, con gran desprecio manifiestan su odio sobre la vida humana. Las sectas religiosas se van fortaleciendo de la falta de Fe de nuestros hermanos Católicos. Cuando pienso cómo se sentiría Jesús, sobre todo lo que está pasando. Él nos diría, que no estamos cumpliendo con proclamar la Buena Nueva a nuestro prójimo, además nos diría que no somos un buen ejemplo para nuestros hijos y las demás personas que nos rodean.
Yo me hago la siguiente pregunta, ¿acaso yo agradezco por la vida, por las cosas que tenemos y no tenemos? ¿Agradezco por la salud y la vida de nuestros seres queridos? ¿Acaso bendecimos la mesa donde comemos?, así como también ¿bendecimos a nuestro prójimo para que todo le vaya bien?
¡Señor de los Milagros!, no somos dignos de ser tus seguidores, porque a veces sólo buscamos la apariencia y no estamos convencidos de nuestra Fe, porque no la vivimos y eso es evidente, es por la violencia y desamor que se manifiesta en nuestro entorno y en las interrelaciones personales que manifestamos en todo momento.
Elevo mis rezos y oraciones a ti Papito Dios, para que nos otorgues la gracia de ser tus hijos y poder manifestarlo en todo momento de nuestras vidas, así como también para que todos luchemos por difundir la Palabra de Dios, a quien no la conoce.
Hno. Abel Guillermo Campos Elescano
SECRETARIO DE RELACIONES PUBLICAS
COMUNICAMOS EL SENSIBLE FALLECIMIENTO DEL PAPA DEL PADRE CRISTHIAN HUATAY
PONGO DE CONOCIMIENTO A TODOS LOS HERMANOS, EL SENSIBLE FALLECIMIENTO
DEL PAPA DE NUESTRO AMIGO Y CONSEJERO ESPIRITUAL EL PADRE Fray CRISTIAN HUATAY O.P.
QUE SE ESTA REALIZANDO EN ESTOS MOMENTOS EN SU DOMICILIO
URBANIZACION HUERTA BELLA
MZ F' LOTE 3 LA RINCONADA
ES NUESTRO DEBER MORAL APOYAR AL HERMANO EN SU DOLOR
TENEMOS TIEMPO PARA TODO, DEMOSTREMOS QUE SOMOS AGRADECIDOS CON EL AMIGO
ATTE
HNO. ABEL GUILLERMO CAMPOS ELESCANO
SECRETARIO DE RELACIONES PUBLICAS DE LA HERMANDAD
DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS DE TRUJILLO
lunes, 17 de enero de 2011
Ciclo A III Domingo del tiempo ordinario 23-01-2011
Homilías
Ciclo
A III Domingo del tiempo ordinario
23-1-2011
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Tiempo Ordinario
“Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo”
Ir a: Introducción / Lecturas / Comentario bíblico / Pautas para la homilía / Sermones clásicos
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Introducción
Cuando poco a poco se nos empieza a quedar atrás la Navidad resuena una vez más en la liturgia un motivo que nos recuerda al Cántico de Simeón al ver al niño Jesús: “luz para alumbrar a las naciones, gloria de Israel tu pueblo”.
Cristo nuevamente se nos muestra como luz, pero esta luz nos hace descubrir ahora unos “colores” particulares sobre su persona. Jesús es la luz que poco a poco se enciende para iluminarnos a Dios. Es una luz para todos los hombres y que a su vez necesita de los hombres para continuar iluminando la humanidad. Y por último es la luz que nos envuelve a todos, que a todos nos une bajo su resplandor. Es el fundamente de nuestra unidad, siendo esta verdad especialmente importante este Domingo.
Ver la presentación animada de las lecturas
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Lecturas
Lectura del libro de Isaías 8, 23b-9, 3
En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y el país de Neftalí;
ahora ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán,
la Galilea de los gentiles.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia, como gozan al segar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga,
el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
Sal 26, 1. 4. 13-14 R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 10-13. 17
Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir.
Hermanos, me he enterado por los de Cloe que hay discordias entre vosotros. Y por eso os hablo así, porque andáis divididos, diciendo: «Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo. »
¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo?
Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 12-23
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías:
«País de Zabulón y país de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
- «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
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Comentario Bíblico
Está viendo el comentario bíblico de: Fray Miguel de Burgos Núñez
También puede ver el de: Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Iª Lectura: Isaías (8,23-9,3): Poema de la paz
I.1. Esta lectura, forma parte de uno de los poemas más sobresalientes del libro del gran maestro del s. VIII. En realidad, se trata solamente de la introducción de un poema a la paz (8,23-9,6), como lo ha descrito brillantemente un gran especialista español. Diríamos que la lectura no es completa porque falta la descripción de por qué llega la luz a Galilea, al territorio antes desolado y en tinieblas; es decir, aquello de “un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado...”. Es un poema que muchos estudiosos atribuyen a la escuela de Isaías, no al maestro directamente, y que vendría a descifrar un momento determinante de la historia de Judá, concretamente un siglo después, cuando el gran rey Josías (640-609 a. C.), un muchacho todavía, sube al trono, a causa del asesinato de su padre Amón, con el propósito de liberar el norte, la Galilea de los gentiles, de la opresión de los asirios.
I.2. Así vivieron durante mucho tiempo, caminando en tinieblas y habitando tierra de sombras, todo el tiempo de su bisabuelo Manasés (cf 2 Re, 21-3-9), unos cincuenta años, que estuvo en manos de la política y las influencias religiosas de Asiria. De repente, se produce el cambio prodigioso e inesperado: brilla una luz que lo inunda todo de alegría, semejante a lo que se experimenta cuando llega la siega o se reparte el botín, en razón del final de la opresión o del final de la guerra. En este contexto histórico, pues, se explica mejor este poema de la paz, que la tradición cristiana lo entendía como mesiánico y lo aplicó a Jesús, como vemos, en el evangelio del día de hoy en Mateo.
I.3. Pero como sucede casi siempre con los oráculos proféticos, no todo se explica por el acierto del momento en que se pronuncian (aunque es importante), sino por el futuro que llevan esos oráculos en sus entrañas. Los profetas, a veces, ni siquiera pueden controlar sus imágenes, sus símbolos o su eficacia. En realidad este oráculo no puede extinguirse en un presente que pronto terminó… sino que encienden en las palabras del profeta los dones divinos que son el futuro de la humanidad. El Dios de la paz, de la justicia se ha de hacer presente en la historia de una forma eficaz y concreta. Y esto lo percibieron los cristianos al identificar a Jesús con el Mesías.
IIª Lectura: Iª Corintios (1,10-17): Exhortación a la comunión de la comunidad
II.1. La segunda lectura viene a ser una exhortación a la unidad de la comunidad de Corinto. Las gentes de Cloe, una familia, o una comunidad, se han llegado hasta Éfeso, donde estaba Pablo, y le han informado que la comunidad estaba dividida en “partidos”, en grupos, que se atenían a personajes influyentes: Pedro, Pablo, Apolo; se discute si “yo de Cristo” revela un grupo más, o es una expresión de Pablo para dejar claro que todos los cristianos, al único a quien deben seguir, es a Jesucristo. Pablo, además, protesta porque no se ha dedicado a bautizar a muchos en la comunidad, lo han hecho otros. Pero él no quiere ser el maestro de un grupo específico; él ha engendrado a esta comunidad para que viva en el Señor un misterio de comunión, y como él, todos aquellos que hayan recibido el evangelio de uno u otro predicador. La comunión en la Iglesia es más importante que depender de un maestro de doctrina o espiritual.
II.2. Una palabra clave que se ha discutido mucho de esta exhortación es “divisiones” (schísmata) y que muchos identifican con los “partidos” de la Iglesia de Corinto. Se trataría de tendencias ideológicas, claro, no en sentido social propiamente hablando. Existen diversidad de opiniones al respecto, incluso que el grupo de Pablo fuera el de aquellos que se sienten, como el apóstol, libres del yugo de la ley y de las tradiciones judías; como matiz para diferenciarlo de los de Pedro. Aunque, en realidad, el grupo más delicado de enmarcar sería el de Apolo (¿algo así como un grupo de carismáticos de tendencia helenista con tintes de sabiduría? ¡no está claro!). La diversidad de opiniones teológicas no están condenadas en estas pocas palabras de Pablo, pero no se podría decir los mismo cuando esa diversidad teológica rompe la comunión de la ekklesía. ¿Cómo lo soluciona Pablo? Mediante su hermosa y decisiva “theologia crucis” que seguirá a parrir del v. 18.
Evangelio: Mateo (4,12-23): El Reino y el Evangelio de Dios
III.1. El evangelio de Mateo está centrado, específicamente, en actualizar el texto de Isaías que se ha leído en la primera lectura, en una aplicación radical a Jesús de las palabras sobre la luz nueva en Galilea. En la tradición de Marcos ya se había dejado bien sentado que Jesús comienza su actividad una vez que Juan el Bautista ha sido encarcelado. Esto obedece, más probablemente, a planteamientos teológicos que históricos, ya que ambos pudieron coincidir en su actividad. En realidad, Juan y Jesús actuaban con criterios distintos. Jesús es la novedad, la buena noticia, para los que durante siglos habían caminado en tinieblas y en sombras de muerte. Si el texto de Is 8,23ss se refería a una época muy concreta que precedió al rey Josías, en la tradición cristiana primitiva se entendió esto como consecuencia del oscurantismo del judaísmo que había hecho callar durante mucho tiempo la profecía, la verdadera palabra de Dios, que interpretaba la historia con criterios liberadores.
III.2. Y hay más; esta luz no viene de Jerusalén, sino que aparece en Galilea, en los territorios de las tribus de Zabulón y Neftalí, que siempre habían tenido fama de ser una región abierta al paganismo. Más concretamente, Jesús, dejando Nazaret, se establece en una ciudad del lago de Galilea, en Cafarnaún. Es aquí donde comienza a oírse la novedad de la predicación del Reino de Dios, de los cielos, como le gusta decir al evangelio de Mateo. La otra parte del texto evangélico de hoy, la llamada de los primeros discípulos, Pedro y Andrés, Santiago y Juan, -que puede omitirse-, es una consecuencia de la predicación del evangelio, que siempre, donde se predique, tendrá seguidores. En realidad está siguiendo el texto de Marcos 1,14ss.
III.3. Mateo, pues, ha leído el texto de Marcos sobre el programa de Jesús: el tiempo que se acerca es el tiempo del evangelio, de la buena nueva, que exige un cambio de mentalidad (¡convertirse!) y una confianza absoluta (creer) en el evangelio. Los dos elementos fundamentales de este programa, ya han sido puestos de manifiestos por todos: el reinado de Dios (el reino de los cielos le llama Mateo) y la buena noticia que este reino supone como acontecimiento para el mundo y la para la historia. El evangelista, al apoyar este programa en el texto de Is. 8,23ss, está poniendo de manifiesto que esto es el “cumplimiento” de una promesa de Dios por medio de sus profetas antiguos, en este caso Isaías. La “escuela de Mateo” es muy reflexiva al respecto, dando a entender lo que sucede con la actuación de Jesús, desde el principio: llevar adelante el “proyecto de Dios”.
III.4. Sabemos que ese reino, (malkut, en hebreo) no debe entenderse en sentido político directamente. Pero tampoco es algo abstracto como pudiera parecer en primera instancia. Si bien es verdad que no se trata de un concepto espacial ni estático, sino dinámico, entonces debemos deducir que lo que Jesús quiere anunciar con este tiempo nuevo que se acerca es la soberanía de la voluntad salvífica y amorosa de Dios con su pueblo y con todos los hombres. Por eso basileia (griego) o malkut (hebreo) no debería traducirse directamente por “reino”, sino por “reinado”: es algo nuevo que acontece precisamente porque alguien está dispuesto a que sea así. Este es Jesús mismo, el profeta de Nazaret de Galilea, que se siente inspirado y fortalecido para poner a servicio de la soberanía o la voluntad de Dios, todo su ser y todo su vida.
III.5. Si Jesús anuncia que Dios va a reinar (lo cual no es desconocido en la mentalidad judía) es que está proclamando o defendiendo algo verdaderamente decisivo. Si antes no ha sido así es porque es necesario un nuevo giro en la historia y en la religión de este pueblo que tiene a Dios por rey. No se trata, pues, simplemente de aplicarle a Dios el título de rey o de atribuirle un reino espacial, sino del acontecimiento que pone patas arriba todo lo que hasta ahora se ha pensado en la práctica sobre Dios y sobre su voluntad. Dios no será un Dios sin corazón, sin entrañas; o un Dios que no se compadezca de los pobres y afligidos, sino que estará con los que sufren y lloran, aunque no sean cumplidores de los preceptos de la ley y de las tradiciones religiosas ancestrales inhumanas. En definitiva, Dios quiere “reinar” y lo hará como ya los profetas lo habían anunciado, pero incluso con más valentía si cabe. Esa es la novedad y por eso lo que acontece ahora, unido al concepto “reino de Dios” o “de los cielos”, es el evangelio. Con razón se ha dicho que estamos ante el verdadero “programa” de Jesús, el profeta de Nazaret: anunciar el reinado de Dios como buena noticia para la gente.
III.6. El acierto de la escuela cristiana de Mateo fue precisamente leer las Escrituras, Is. 8,23ss precisamente, a la luz de la vida de Jesús. Ahora se están cumpliendo esas palabras de Isaías, cuando el profeta de Galilea anuncia el evangelio del Reino. Siendo esto así, no se podría entender que el cristianismo no sea siempre una religión que aporte al mundo “buenas noticias” de salvación. Siendo esto así, la Iglesia no puede cerrarse en un mensaje contra-evangélico, porque sería repetir, por agotamiento, la experiencia caduca del judaísmo oficial del tiempo de Jesús. Este es el gran reto, pues, para todos los cristianos. Porque Dios quiere “reinar” salvando, haciendo posible la paz y la concordia. De ahí que el reino de Dios, tal como Jesús lo exterioriza, representa la transformación más radical de valores que jamás se haya podido anunciar. Porque es la negación y el cambio, desde sus cimientos, del sistema social establecido. Este sistema, como sabemos bien, se asienta en la competitividad, la lucha del más fuerte contra el más débil y la dominación del poderoso sobre el que no tiene poder. Y esto no se reduce simplemente a una visión social, sino que es también, y más si cabe, religiosa, porque Jesús proclama que Dios es padre de todos por igual. Y si es padre, eso quiere decir obviamente que todos somos hermanos. Y si hermanos, por consiguiente iguales y solidarios los unos de los otros. Además, en toda familia bien nacida, si a alguien se privilegia, es precisamente al menos favorecido, al despreciado y al indefenso. He ahí el ideal de lo que representa el reinado de Dios en la predicación de Jesús; estas son las buenas noticias que le dan identidad al cristianismo.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
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Este comentario está incluido en el libro: Sedientos de su Palabra. Comentarios bíblicos a las lecturas de la liturgia dominical. Ciclos A, B y C. Editorial San Esteban, Salamanca 2009.
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Pautas para la homilía
Cristo es Luz de todos los pueblos
Lo primero que nos puede llamar la atención de las lecturas de este domingo, y que debemos resaltar, es la perfecta armonía que existe entre ellas. Esto no sólo es debido a que en el Evangelio de Mateo se nos cite el pasaje de Isaías que tenemos como primera lectura, sino porque en todas ellas, incluyendo el salmo responsorial, Cristo se nos presenta como la Luz, forma clásica, pero siempre sugerente. Sugerente porque esta luz nos habla de muchos matices y sobretodo nos deja alumbrar muchas realidades. Para empezar vemos que Jesús es la luz que poco a poco se ha ido encendiendo. Pensemos que el relato nos habla del comienzo de su vida pública, pero ya hacia mucho tiempo que esa luz había comenzado a iluminar. Jesús no es un fogonazo que nos deja ciegos, sino justamente lo contrario, la luz que poco a poco nos deja ver más claro su amor “Tu luz nos deja ver la luz” (Sal 35). Pero aunque esta luz surja poco a poco no es tímida, es universal. Cristo es visto como una “luz grande” en la Galilea de los gentiles, en los lugares que la sociedad piadosa judaica, centrada en la luz de su amada Jerusalén, no alcanzaba a ver como buenos judíos porque “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” (Jn 1, 46). Y sobretodo está luz progresiva, que nos alumbra a todos para conocer a Dios, no es una luz muda sino que tiene un mensaje clave: “Convertíos porque está cerca el Reino de los cielos”. Este anuncio no nos tendría que dar miedo, sino alegría. El Reino de los cielos es el momento en que Dios Padre lleno de Misericordia va a llenar nuestra vida de sentido. El Reino de los cielos no es otro imperio terrestre, sino el imperio de la justicia y el amor. Por ello esta luz nos deja ver la verdad de nuestra existencia: vivir plenamente ese amor. Pero hemos de convertirnos, es decir, dar la vuelta a nuestros valores para aceptar con gozo que Dios será nuestro Rey.
La llamada de Cristo
“Pero Jesús, la luz que brilla, no quiere actuar sólo; todo hombre, incluso, el hombre Dios es hombre con otros hombres. Por eso Jesús busca enseguida colaboradores”. Este bellísimo pasaje de Von Balthasar nos puede ayudar a comprender la siguiente acción de Jesús en el Evangelio. Cristo no sólo anuncia una nueva luz, sino que necesita de sus discípulos, de seguidores, de “amigos” suyos (Jn15, 14-16) para que esta luz continúe brillando. La misma encarnación fundamenta la llamada a otros hombres para que sean colaboradores de su misión. Pero un detalle importante es darnos cuenta de la forma de llamar de Cristo. Llama a quien quiere, como quiere y cuando quiere. Esta máxima libertad de Jesús es condición necesaria para nuestra propia vocación cristiana. Jesús llama a unos simples pescadores de copo, unos “obreros” de la pesca. Pero también llama a unos pescadores con barca y redes, los “ricos” del negocio. La llamada al seguimiento es universal, para todos. La luz no es para muchos ni para pocos sino para todos los hombres y para todo el hombre. Pero a todos los llamados se les llama a lo mismo y se les dará la misma paga, aunque dejen diferentes cosas. Todos buscan seguirle y todos serán pescadores de hombres. No es extraño que la madre de los hijos del Zebedeo, los pescadores ricos que dejaron “más” por seguir a Cristo, luego pida para ellos mayor recompensa. Lo que es extraño y profundo es que Jesús cree a su alrededor un misterio de comunión que es necesario vehículo para la proclamación del Reino. Por ahora los discípulos serán “contemplativos” del maestro, pero cuando ellos también hayan de comenzar a actuar las misiones que recibirán serán las mismas para todos, pero también las adecuadas para cada uno de ellos. Esta es la forma real de la unidad de la Iglesia, que es tanto la que predica Pablo en la segunda lectura como en otros textos que la complementan (Rom 12, 1Co 12). Pero esta ya es nuestra última clave.
Jesucristo, el único objeto de nuestro seguimiento y pertenencia
Quizás este sea el aspecto de las lecturas de este domingo que más podemos aplicar a nuestra realidad cotidiana y eclesial. El apóstol Pablo comienza así esta carta a su querida comunidad de Corinto, que debía estar dando un ejemplo poco edificante al resto de sus iglesias hermanas. Y esto era debido a sus divisiones, a sus luchas intestinas dentro de la comunidad para ver quién era más o quién tenía toda la verdad: “Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo”. ¡Cuantas veces a nosotros nos pasa lo mismo dentro de la Iglesia y en nuestras comunidades cristianas! Yo soy de Domingo, tu de Francisco y tu de Ignacio. La división, a la que tan proclives somos por desgracia, no atenta contra la caridad principalmente sino contra el propio mensaje evangélico. Una constatación de todo ello la tenemos estos días muy presente, ya que estamos dentro del octavario de oración para la unión de los cristianos. Las divisiones siempre se dan por creerse las dos partes las únicas llenas de razón y romper el diálogo. Pero la lectura de Pablo, que es expresión de su propia experiencia de conversión, nos habla de la verdadera forma cristiana de luchar y vivir por la unidad: “¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en el nombre de Pablo?” No. Nosotros somos hijos de Dios por Cristo y su vida, muerte y Resurrección es la que nos ha mostrado el camino verdadero del hombre. Cristo es nuevamente una luz para todos, pero esta vez una luz que nos abarca a todos en su interior. Cristo es el fundamento único de nuestra pertenencia y unidad porque es el único que nos ha mostrado y amado como Dios. Por eso es todavía más sangrante que nosotros fundamentemos nuestras divisiones en su Persona. Tengamos así especialmente en cuenta este domingo esta intención, y pidámosla al Espíritu, principio de la unidad, que nos ilumine con la verdadera y única Luz: Cristo.
Fr. Alejandro López Ribao O.P.
Real convento de Predicadores (Valencia)
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A III Domingo del tiempo ordinario
23-1-2011
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“Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo”
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Introducción
Cuando poco a poco se nos empieza a quedar atrás la Navidad resuena una vez más en la liturgia un motivo que nos recuerda al Cántico de Simeón al ver al niño Jesús: “luz para alumbrar a las naciones, gloria de Israel tu pueblo”.
Cristo nuevamente se nos muestra como luz, pero esta luz nos hace descubrir ahora unos “colores” particulares sobre su persona. Jesús es la luz que poco a poco se enciende para iluminarnos a Dios. Es una luz para todos los hombres y que a su vez necesita de los hombres para continuar iluminando la humanidad. Y por último es la luz que nos envuelve a todos, que a todos nos une bajo su resplandor. Es el fundamente de nuestra unidad, siendo esta verdad especialmente importante este Domingo.
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Lecturas
Lectura del libro de Isaías 8, 23b-9, 3
En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y el país de Neftalí;
ahora ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán,
la Galilea de los gentiles.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia, como gozan al segar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga,
el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
Sal 26, 1. 4. 13-14 R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 10-13. 17
Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir.
Hermanos, me he enterado por los de Cloe que hay discordias entre vosotros. Y por eso os hablo así, porque andáis divididos, diciendo: «Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo. »
¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo?
Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 12-23
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías:
«País de Zabulón y país de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
- «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
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Comentario Bíblico
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Iª Lectura: Isaías (8,23-9,3): Poema de la paz
I.1. Esta lectura, forma parte de uno de los poemas más sobresalientes del libro del gran maestro del s. VIII. En realidad, se trata solamente de la introducción de un poema a la paz (8,23-9,6), como lo ha descrito brillantemente un gran especialista español. Diríamos que la lectura no es completa porque falta la descripción de por qué llega la luz a Galilea, al territorio antes desolado y en tinieblas; es decir, aquello de “un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado...”. Es un poema que muchos estudiosos atribuyen a la escuela de Isaías, no al maestro directamente, y que vendría a descifrar un momento determinante de la historia de Judá, concretamente un siglo después, cuando el gran rey Josías (640-609 a. C.), un muchacho todavía, sube al trono, a causa del asesinato de su padre Amón, con el propósito de liberar el norte, la Galilea de los gentiles, de la opresión de los asirios.
I.2. Así vivieron durante mucho tiempo, caminando en tinieblas y habitando tierra de sombras, todo el tiempo de su bisabuelo Manasés (cf 2 Re, 21-3-9), unos cincuenta años, que estuvo en manos de la política y las influencias religiosas de Asiria. De repente, se produce el cambio prodigioso e inesperado: brilla una luz que lo inunda todo de alegría, semejante a lo que se experimenta cuando llega la siega o se reparte el botín, en razón del final de la opresión o del final de la guerra. En este contexto histórico, pues, se explica mejor este poema de la paz, que la tradición cristiana lo entendía como mesiánico y lo aplicó a Jesús, como vemos, en el evangelio del día de hoy en Mateo.
I.3. Pero como sucede casi siempre con los oráculos proféticos, no todo se explica por el acierto del momento en que se pronuncian (aunque es importante), sino por el futuro que llevan esos oráculos en sus entrañas. Los profetas, a veces, ni siquiera pueden controlar sus imágenes, sus símbolos o su eficacia. En realidad este oráculo no puede extinguirse en un presente que pronto terminó… sino que encienden en las palabras del profeta los dones divinos que son el futuro de la humanidad. El Dios de la paz, de la justicia se ha de hacer presente en la historia de una forma eficaz y concreta. Y esto lo percibieron los cristianos al identificar a Jesús con el Mesías.
IIª Lectura: Iª Corintios (1,10-17): Exhortación a la comunión de la comunidad
II.1. La segunda lectura viene a ser una exhortación a la unidad de la comunidad de Corinto. Las gentes de Cloe, una familia, o una comunidad, se han llegado hasta Éfeso, donde estaba Pablo, y le han informado que la comunidad estaba dividida en “partidos”, en grupos, que se atenían a personajes influyentes: Pedro, Pablo, Apolo; se discute si “yo de Cristo” revela un grupo más, o es una expresión de Pablo para dejar claro que todos los cristianos, al único a quien deben seguir, es a Jesucristo. Pablo, además, protesta porque no se ha dedicado a bautizar a muchos en la comunidad, lo han hecho otros. Pero él no quiere ser el maestro de un grupo específico; él ha engendrado a esta comunidad para que viva en el Señor un misterio de comunión, y como él, todos aquellos que hayan recibido el evangelio de uno u otro predicador. La comunión en la Iglesia es más importante que depender de un maestro de doctrina o espiritual.
II.2. Una palabra clave que se ha discutido mucho de esta exhortación es “divisiones” (schísmata) y que muchos identifican con los “partidos” de la Iglesia de Corinto. Se trataría de tendencias ideológicas, claro, no en sentido social propiamente hablando. Existen diversidad de opiniones al respecto, incluso que el grupo de Pablo fuera el de aquellos que se sienten, como el apóstol, libres del yugo de la ley y de las tradiciones judías; como matiz para diferenciarlo de los de Pedro. Aunque, en realidad, el grupo más delicado de enmarcar sería el de Apolo (¿algo así como un grupo de carismáticos de tendencia helenista con tintes de sabiduría? ¡no está claro!). La diversidad de opiniones teológicas no están condenadas en estas pocas palabras de Pablo, pero no se podría decir los mismo cuando esa diversidad teológica rompe la comunión de la ekklesía. ¿Cómo lo soluciona Pablo? Mediante su hermosa y decisiva “theologia crucis” que seguirá a parrir del v. 18.
Evangelio: Mateo (4,12-23): El Reino y el Evangelio de Dios
III.1. El evangelio de Mateo está centrado, específicamente, en actualizar el texto de Isaías que se ha leído en la primera lectura, en una aplicación radical a Jesús de las palabras sobre la luz nueva en Galilea. En la tradición de Marcos ya se había dejado bien sentado que Jesús comienza su actividad una vez que Juan el Bautista ha sido encarcelado. Esto obedece, más probablemente, a planteamientos teológicos que históricos, ya que ambos pudieron coincidir en su actividad. En realidad, Juan y Jesús actuaban con criterios distintos. Jesús es la novedad, la buena noticia, para los que durante siglos habían caminado en tinieblas y en sombras de muerte. Si el texto de Is 8,23ss se refería a una época muy concreta que precedió al rey Josías, en la tradición cristiana primitiva se entendió esto como consecuencia del oscurantismo del judaísmo que había hecho callar durante mucho tiempo la profecía, la verdadera palabra de Dios, que interpretaba la historia con criterios liberadores.
III.2. Y hay más; esta luz no viene de Jerusalén, sino que aparece en Galilea, en los territorios de las tribus de Zabulón y Neftalí, que siempre habían tenido fama de ser una región abierta al paganismo. Más concretamente, Jesús, dejando Nazaret, se establece en una ciudad del lago de Galilea, en Cafarnaún. Es aquí donde comienza a oírse la novedad de la predicación del Reino de Dios, de los cielos, como le gusta decir al evangelio de Mateo. La otra parte del texto evangélico de hoy, la llamada de los primeros discípulos, Pedro y Andrés, Santiago y Juan, -que puede omitirse-, es una consecuencia de la predicación del evangelio, que siempre, donde se predique, tendrá seguidores. En realidad está siguiendo el texto de Marcos 1,14ss.
III.3. Mateo, pues, ha leído el texto de Marcos sobre el programa de Jesús: el tiempo que se acerca es el tiempo del evangelio, de la buena nueva, que exige un cambio de mentalidad (¡convertirse!) y una confianza absoluta (creer) en el evangelio. Los dos elementos fundamentales de este programa, ya han sido puestos de manifiestos por todos: el reinado de Dios (el reino de los cielos le llama Mateo) y la buena noticia que este reino supone como acontecimiento para el mundo y la para la historia. El evangelista, al apoyar este programa en el texto de Is. 8,23ss, está poniendo de manifiesto que esto es el “cumplimiento” de una promesa de Dios por medio de sus profetas antiguos, en este caso Isaías. La “escuela de Mateo” es muy reflexiva al respecto, dando a entender lo que sucede con la actuación de Jesús, desde el principio: llevar adelante el “proyecto de Dios”.
III.4. Sabemos que ese reino, (malkut, en hebreo) no debe entenderse en sentido político directamente. Pero tampoco es algo abstracto como pudiera parecer en primera instancia. Si bien es verdad que no se trata de un concepto espacial ni estático, sino dinámico, entonces debemos deducir que lo que Jesús quiere anunciar con este tiempo nuevo que se acerca es la soberanía de la voluntad salvífica y amorosa de Dios con su pueblo y con todos los hombres. Por eso basileia (griego) o malkut (hebreo) no debería traducirse directamente por “reino”, sino por “reinado”: es algo nuevo que acontece precisamente porque alguien está dispuesto a que sea así. Este es Jesús mismo, el profeta de Nazaret de Galilea, que se siente inspirado y fortalecido para poner a servicio de la soberanía o la voluntad de Dios, todo su ser y todo su vida.
III.5. Si Jesús anuncia que Dios va a reinar (lo cual no es desconocido en la mentalidad judía) es que está proclamando o defendiendo algo verdaderamente decisivo. Si antes no ha sido así es porque es necesario un nuevo giro en la historia y en la religión de este pueblo que tiene a Dios por rey. No se trata, pues, simplemente de aplicarle a Dios el título de rey o de atribuirle un reino espacial, sino del acontecimiento que pone patas arriba todo lo que hasta ahora se ha pensado en la práctica sobre Dios y sobre su voluntad. Dios no será un Dios sin corazón, sin entrañas; o un Dios que no se compadezca de los pobres y afligidos, sino que estará con los que sufren y lloran, aunque no sean cumplidores de los preceptos de la ley y de las tradiciones religiosas ancestrales inhumanas. En definitiva, Dios quiere “reinar” y lo hará como ya los profetas lo habían anunciado, pero incluso con más valentía si cabe. Esa es la novedad y por eso lo que acontece ahora, unido al concepto “reino de Dios” o “de los cielos”, es el evangelio. Con razón se ha dicho que estamos ante el verdadero “programa” de Jesús, el profeta de Nazaret: anunciar el reinado de Dios como buena noticia para la gente.
III.6. El acierto de la escuela cristiana de Mateo fue precisamente leer las Escrituras, Is. 8,23ss precisamente, a la luz de la vida de Jesús. Ahora se están cumpliendo esas palabras de Isaías, cuando el profeta de Galilea anuncia el evangelio del Reino. Siendo esto así, no se podría entender que el cristianismo no sea siempre una religión que aporte al mundo “buenas noticias” de salvación. Siendo esto así, la Iglesia no puede cerrarse en un mensaje contra-evangélico, porque sería repetir, por agotamiento, la experiencia caduca del judaísmo oficial del tiempo de Jesús. Este es el gran reto, pues, para todos los cristianos. Porque Dios quiere “reinar” salvando, haciendo posible la paz y la concordia. De ahí que el reino de Dios, tal como Jesús lo exterioriza, representa la transformación más radical de valores que jamás se haya podido anunciar. Porque es la negación y el cambio, desde sus cimientos, del sistema social establecido. Este sistema, como sabemos bien, se asienta en la competitividad, la lucha del más fuerte contra el más débil y la dominación del poderoso sobre el que no tiene poder. Y esto no se reduce simplemente a una visión social, sino que es también, y más si cabe, religiosa, porque Jesús proclama que Dios es padre de todos por igual. Y si es padre, eso quiere decir obviamente que todos somos hermanos. Y si hermanos, por consiguiente iguales y solidarios los unos de los otros. Además, en toda familia bien nacida, si a alguien se privilegia, es precisamente al menos favorecido, al despreciado y al indefenso. He ahí el ideal de lo que representa el reinado de Dios en la predicación de Jesús; estas son las buenas noticias que le dan identidad al cristianismo.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
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Este comentario está incluido en el libro: Sedientos de su Palabra. Comentarios bíblicos a las lecturas de la liturgia dominical. Ciclos A, B y C. Editorial San Esteban, Salamanca 2009.
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Pautas para la homilía
Cristo es Luz de todos los pueblos
Lo primero que nos puede llamar la atención de las lecturas de este domingo, y que debemos resaltar, es la perfecta armonía que existe entre ellas. Esto no sólo es debido a que en el Evangelio de Mateo se nos cite el pasaje de Isaías que tenemos como primera lectura, sino porque en todas ellas, incluyendo el salmo responsorial, Cristo se nos presenta como la Luz, forma clásica, pero siempre sugerente. Sugerente porque esta luz nos habla de muchos matices y sobretodo nos deja alumbrar muchas realidades. Para empezar vemos que Jesús es la luz que poco a poco se ha ido encendiendo. Pensemos que el relato nos habla del comienzo de su vida pública, pero ya hacia mucho tiempo que esa luz había comenzado a iluminar. Jesús no es un fogonazo que nos deja ciegos, sino justamente lo contrario, la luz que poco a poco nos deja ver más claro su amor “Tu luz nos deja ver la luz” (Sal 35). Pero aunque esta luz surja poco a poco no es tímida, es universal. Cristo es visto como una “luz grande” en la Galilea de los gentiles, en los lugares que la sociedad piadosa judaica, centrada en la luz de su amada Jerusalén, no alcanzaba a ver como buenos judíos porque “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” (Jn 1, 46). Y sobretodo está luz progresiva, que nos alumbra a todos para conocer a Dios, no es una luz muda sino que tiene un mensaje clave: “Convertíos porque está cerca el Reino de los cielos”. Este anuncio no nos tendría que dar miedo, sino alegría. El Reino de los cielos es el momento en que Dios Padre lleno de Misericordia va a llenar nuestra vida de sentido. El Reino de los cielos no es otro imperio terrestre, sino el imperio de la justicia y el amor. Por ello esta luz nos deja ver la verdad de nuestra existencia: vivir plenamente ese amor. Pero hemos de convertirnos, es decir, dar la vuelta a nuestros valores para aceptar con gozo que Dios será nuestro Rey.
La llamada de Cristo
“Pero Jesús, la luz que brilla, no quiere actuar sólo; todo hombre, incluso, el hombre Dios es hombre con otros hombres. Por eso Jesús busca enseguida colaboradores”. Este bellísimo pasaje de Von Balthasar nos puede ayudar a comprender la siguiente acción de Jesús en el Evangelio. Cristo no sólo anuncia una nueva luz, sino que necesita de sus discípulos, de seguidores, de “amigos” suyos (Jn15, 14-16) para que esta luz continúe brillando. La misma encarnación fundamenta la llamada a otros hombres para que sean colaboradores de su misión. Pero un detalle importante es darnos cuenta de la forma de llamar de Cristo. Llama a quien quiere, como quiere y cuando quiere. Esta máxima libertad de Jesús es condición necesaria para nuestra propia vocación cristiana. Jesús llama a unos simples pescadores de copo, unos “obreros” de la pesca. Pero también llama a unos pescadores con barca y redes, los “ricos” del negocio. La llamada al seguimiento es universal, para todos. La luz no es para muchos ni para pocos sino para todos los hombres y para todo el hombre. Pero a todos los llamados se les llama a lo mismo y se les dará la misma paga, aunque dejen diferentes cosas. Todos buscan seguirle y todos serán pescadores de hombres. No es extraño que la madre de los hijos del Zebedeo, los pescadores ricos que dejaron “más” por seguir a Cristo, luego pida para ellos mayor recompensa. Lo que es extraño y profundo es que Jesús cree a su alrededor un misterio de comunión que es necesario vehículo para la proclamación del Reino. Por ahora los discípulos serán “contemplativos” del maestro, pero cuando ellos también hayan de comenzar a actuar las misiones que recibirán serán las mismas para todos, pero también las adecuadas para cada uno de ellos. Esta es la forma real de la unidad de la Iglesia, que es tanto la que predica Pablo en la segunda lectura como en otros textos que la complementan (Rom 12, 1Co 12). Pero esta ya es nuestra última clave.
Jesucristo, el único objeto de nuestro seguimiento y pertenencia
Quizás este sea el aspecto de las lecturas de este domingo que más podemos aplicar a nuestra realidad cotidiana y eclesial. El apóstol Pablo comienza así esta carta a su querida comunidad de Corinto, que debía estar dando un ejemplo poco edificante al resto de sus iglesias hermanas. Y esto era debido a sus divisiones, a sus luchas intestinas dentro de la comunidad para ver quién era más o quién tenía toda la verdad: “Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo”. ¡Cuantas veces a nosotros nos pasa lo mismo dentro de la Iglesia y en nuestras comunidades cristianas! Yo soy de Domingo, tu de Francisco y tu de Ignacio. La división, a la que tan proclives somos por desgracia, no atenta contra la caridad principalmente sino contra el propio mensaje evangélico. Una constatación de todo ello la tenemos estos días muy presente, ya que estamos dentro del octavario de oración para la unión de los cristianos. Las divisiones siempre se dan por creerse las dos partes las únicas llenas de razón y romper el diálogo. Pero la lectura de Pablo, que es expresión de su propia experiencia de conversión, nos habla de la verdadera forma cristiana de luchar y vivir por la unidad: “¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en el nombre de Pablo?” No. Nosotros somos hijos de Dios por Cristo y su vida, muerte y Resurrección es la que nos ha mostrado el camino verdadero del hombre. Cristo es nuevamente una luz para todos, pero esta vez una luz que nos abarca a todos en su interior. Cristo es el fundamento único de nuestra pertenencia y unidad porque es el único que nos ha mostrado y amado como Dios. Por eso es todavía más sangrante que nosotros fundamentemos nuestras divisiones en su Persona. Tengamos así especialmente en cuenta este domingo esta intención, y pidámosla al Espíritu, principio de la unidad, que nos ilumine con la verdadera y única Luz: Cristo.
Fr. Alejandro López Ribao O.P.
Real convento de Predicadores (Valencia)
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jueves, 6 de enero de 2011
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
El Bautismo del Señor
9-1-2011
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Navidad
“Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto”
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Introducción
Celebramos el bautismo del Señor Jesús, que como uno más de su pueblo, se acerca a orillas del Jordán. Como Él escuchó la voz del Bautista, como los primeros cristianos escucharon e hicieron suyo el mensaje de la voz del Padre que marca y remarca la identidad de Jesús de Nazaret como su Hijo amado y predilecto, también nosotros quisiéramos escuchar y hacer vida de nuestra vida la voz del Espíritu del Señor Jesús que misteriosamente nos habita desde el día de nuestro propio bautismo.
Fieles a nuestra condición de bautizados en el nombre del Señor Jesucristo queremos hoy renovar y estrechar nuestra comunión con Él para vivir también como Él, ardidos por la pasión de hacer presente en nuestro mundo el Reino del Padre.
Que renovemos hoy el gozo y el compromiso que implica el haber recibido las aguas bautismales y el Espíritu de Cristo Jesús.
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Lecturas
Lectura del libro de Isaías 42, 1-4. 6-7
Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu,
para que traiga el derecho a las naciones.
No gritará, no clamará,
no voceara por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
el pábilo vacilante no lo apagará.
Promoverá fielmente el derecho,
no vacilará ni se quebrará,
hasta implantar el derecho en la tierra,
y sus leyes que esperan las islas.
Yo, el Señor, te he llamado con justicia,
te he cogido de la mano,
te he formado, y te he hecho
alianza de un pueblo, luz de las naciones.
Para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión,
y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»
Sal 28, 1a y 2. 3ac-4. 3b y 9b-10 R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica. R.
El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno. R.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34-38
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
–«Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.
Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»
Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 13-17
En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba, disuadirlo, diciéndole:
–«Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?»
Jesús le contestó:
–«Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere. »
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía:
–«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.»
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Comentario Bíblico
Está viendo el comentario bíblico de: Fray Miguel de Burgos Núñez
También puede ver el de: Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Con la fiesta del Bautismo del Señor que celebramos en el segundo domingo de Enero se cierra el tiempo de Navidad para introducirnos en la liturgia del tiempo ordinario. En la Navidad y Epifanía hemos celebrado el acontecimiento más determinante de la historia del mundo religioso: Dios ha hecho una opción por nuestra humanidad, por cada uno de nosotros, y se ha revelado como Aquél que nunca nos abandonará a un destino ciego y a la impiedad del mundo. Esa es la fuerza del misterio de la encarnación: la humanidad de nuestro Dios que nos quiere comunicar su divinidad a todos por su Hijo Jesucristo. La escena del Bautismo de Jesús, en los relatos evangélicos, viene a romper el silencio de Nazaret de varios años (se puede calcular en unos treinta). El silencio de Nazaret, sin embargo, es un silencio que se hace palabra, palabra profética y llena de vida, que nos llega en plenitud como anuncio de gracia y liberación.
Iª Lectura: Isaías (42,1-4.6-7): Te he hecho luz de las naciones
I.1. De las lecturas de la liturgia de hoy, debemos resaltar que el texto profético, con el que comienza una segunda parte del libro de Isaías (40) -cuya predicación pertenece a un gran profeta que no nos quiso legar su nombre, y que se le conoce como discípulo de Isaías (los especialistas le llaman el Deutero-Isaías, o Segundo Isaías)-, es el anuncio de la liberación del destierro de Babilonia. Este mensaje, después, se propuso como símbolo de los tiempos mesiánicos, y los primeros cristianos acertaron a interpretarlo como programa del profeta Jesús de Nazaret, que recibe en el bautismo su unción profética.
I.2. Este es uno de los Cantos del Siervo de Yahvé (Isaías 42,1-7); nos presenta a ese personaje misterioso del que habla el Deutero-Isaías, que prosiguió las huellas y la escuela del gran profeta del s. VIII a. C., como el mediador de una Alianza nueva. Los especialistas han tratado de identificar al personaje histórico que inspiró este canto del profeta, y muchos hablan de Ciro, el rey de los persas, que dio la libertad al pueblo en el exilio de Babilonia. Pero la tradición cristiana primitiva, por su parte, ha sabido identificar a aquél que puede ser el mediador de una nueva alianza de Dios con los hombres y ser luz de las naciones: Jesucristo, el Hijo encarnado de Dios.
IIª Lectura: Hechos (10,34-38): Bautizado en el Espíritu
II.1. La segunda lectura es un testimonio de la tradición apostólica, de la que nace el evangelio de Jesucristo, poniendo de manifiesto lo que han vivido con Jesús aquellos que han sido testigos desde el momento del Bautismo. Es el punto de partida de la vida pública y profética de Jesús de Nazaret; el momento en que se rompe el silencio de Nazaret para iluminar a los hombres. Pedro, que predica el evangelio por primera vez a una familia pagana en Cesarea, rompiendo con los miedos a salir y dejar el judaísmo que le ataban hasta ahora, proclama su experiencia más personal con Jesús. El discurso, pues, de Hch 10 tiene una importancia muy particular para el autor de esta obra, Lucas. Se ha dicho que este es un ejemplo fehaciente del kerygma, de aquello que era la proclamación más esencial de los apóstoles. Pero aquí viene acotado por el apunte de cómo los testigos de la palabra han sido también testigos de la vida de Jesús, desde el bautismo hasta su muerte, y después, las experiencias de la resurrección.
II.2. El texto es un resumen muy particular, de un valor muy significativo. Lo que sucedió en Judea, la muerte y resurrección de Cristo, “comenzó en Galilea” por medio de la unción, en el bautismo de Jesús, del Espíritu. Precisamente en este texto lucano no se menciona, ni a Juan el Bautista ni el mismo hecho del bautismo de agua; de alguna manera como en el relato evangélico de Lucas (3,21-22) que apenas se detiene en el bautismo para subrayar cómo, en oración, Jesús es realmente “bautizado” por el Espíritu que ha de acompañarle siempre como el profeta; y un profeta no puede vivir sin el Espíritu.
Evangelio: Mateo (3,13-17): Solidario con el pueblo
III.1. El evangelio de Mateo describe la escena del bautismo, como es legítimo, en las perspectivas y con los perfiles propios de la teología de este evangelista, donde “cumplir toda justicia” es sintomático. ¿Fue Jesús un seguidor de Juan el Bautista antes de comenzar su misión? Esto no está descartado en la interpretación más histórica de los evangelios. Es verdad que Jesús consideró el movimiento del Bautista como una llamada del tiempo nuevo que se acercaba, pero en su conciencia más personal él debía comenzar algo más nuevo y original. El Bautismo de Jesús, por Juan, sin que carezca de valor histórico, nos es presentado como un símbolo que permite hacer una ruptura entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre la Antigua y la Nueva Alianza, entre el tiempo de preparación y el tiempo del cumplimiento de las promesas. Por eso Jesús recibe el Espíritu que le garantiza su misión profética más personal. Ya aquí se perfilan en su verdadera dimensión las palabras de libro de Isaías que leemos hoy. Nadie, como Jesús, puede traer al mundo unas nuevas relaciones entre Dios y los hombres.
III.2. El texto de Mateo sobre el bautismo no se limita solamente a plasmar la escena, -con un fuerte sentido cristológico-, que le ha suministrado Mc 1,9-11; quiere ir más allá. Por eso es original la negación de Juan a bautizar a Jesús y la respuesta de éste cuando señala: “conviene que cumplamos así toda justicia”. Mucho se ha discutido esta expresión, especialmente “toda justicia”, y no podemos olvidar las intenciones particulares de la teología mateana sobre este concepto de justicia (dikaiosynê). ¿Se quería decir que Jesús, a diferencia de los que venían al bautismo de Juan, no lo necesitaba? Esa es la tesis más común en la interpretación, pero no debemos exagerar este aspecto. Por lo tanto, la intención en este caso es que Jesús quiere ser solidario con el pueblo y ve en las palabras del Bautista el anuncio de un tiempo nuevo que exige “metánoia”, cambio de mentalidad, conversión, para dejar que el tiempo nuevo de Dios transforme la historia y la misma vida religiosa del pueblo. Jesús, pues, acepta ser bautizado porque quiere participar con el pueblo en este nuevo momento, del que él personalmente, por la fuerza del Espíritu, ha de ser protagonista.
III.3. Ese cambio, pues, de mentalidad o nuevo horizonte no estará limitado a un acto penitencial con agua en el Jordán, por mucho simbolismo que ello entrañe. Es el Espíritu que ha de recibir Jesús el que traerá esa nueva mentalidad y esa nueva época. Si bien el relato lleva un sello cristológico indiscutible (“mi hijo amado en quien me complazco), tampoco es exagerado, es decir, en el texto no se respira esa alta cristología con que posteriormente se ha interpretado en la tradición, hasta el punto de ver más un acontecimiento “trinitario” que cualquier acontecimiento religioso en el que se quiere mostrar la diferencia entre lo que pedía Juan y lo que ha de pedir Jesús en su proclamación del Reino. Como se ha puesto de manifiesto en las distintas lecturas de los relatos evangélicos, de los tres, pero especialmente de Mateo y Lucas, el bautismo pasa a segundo término y todo tiene el sentido de la “unción profética por medio del Espíritu”. Eso no quiere decir que Jesús no fuera bautizado por Juan, ¡desde luego que sí! Pero lo que vale es mostrar que no ha de llegar el momento nuevo por bautismos penitenciales (el judaísmo lo practicaba frecuentemente); lo nuevo es la era del Espíritu, que viene sobre Jesús y ha de comunicar y trasmitir a todo el pueblo. El Bautismo de Jesús, pues, se enmarca en el movimiento de Juan el Bautista que llamaba a su pueblo al Jordán (el río por el que el pueblo del Éxodo entró en la Tierra prometida) para comenzar, por la penitencia y el perdón de los pecados, una era nueva donde fuera posible volver a tener conciencia e identidad de pueblo de Dios. Jesús quiso participar en ese movimiento por solidaridad con la humanidad. Es verdad que los relatos evangélicos van a tener mucho cuidado de mostrar que ese acto del bautismo va a servir para que se rompa el silencio de Nazaret y todo el pueblo pueda escuchar que Él no es un pecador más que viene a hacer penitencia. Pero no es la penitencia y los símbolos viejos los que cambian el horizonte de la historia y de la humanidad, sino el que dejemos que Dios sea verdaderamente el Señor de nuestra vida.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
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Este comentario está incluido en el libro: Sedientos de su Palabra. Comentarios bíblicos a las lecturas de la liturgia dominical. Ciclos A, B y C. Editorial San Esteban, Salamanca 2009.
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Pautas para la homilía
En el Señor Jesucristo los creyentes cristianos descubrimos el cumplimiento de las promesas que durante siglos nutrieron la esperanza del pueblo de Israel. El siervo de Yahvé anunciado por el profeta Isaías, que trae el derecho a las naciones, es este Jesús de Nazaret que se acerca como un judío más, atraído por la llamada a la conversión que Juan el Bautista está proclamando a orillas del río Jordán, a ser bautizado por él.
Tras el bautismo acontece la teofanía. El Espíritu que se posa sobre Jesús y la voz del Padre, marcan y sellan la identidad de Jesús. Dios mismo está en Él, nadie como Jesús ha poseído ni poseerá la presencia del Espíritu de Dios, es tal y tan estrecha esta presencia que se hace identidad. El bautizado en el Jordán es el Hijo de Dios, Dios- uno-como-nosotros.
He aquí un primer acento a destacar en nuestras homilías de este domingo del bautismo de Jesús: nuestra fe en Él como la presencia del misterio de Dios en la historia y en el devenir de la humanidad. Bueno sería destacarlo muy formalmente, incluso con algún rito particular dentro de la celebración eucarística.
Un segundo punto es fijarnos en la misión que el ungido, animado por el Espíritu divino, viene a desempeñar. Él va a implantar el derecho y la justicia. Y ciertamente Jesús lo hizo. Muy particularmente se empeñó en dignificar la vida de todos aquellos con quienes se encontró por los caminos de Galilea y que vivían sin la dignidad, los medios y la felicidad que el Padre quiere para sus hijas e hijos. Esta acogida de Jesús hacia los hallados en los márgenes de la sociedad inaugura un mundo nuevo y una nueva humanidad, una nueva forma de entendernos y de relacionarnos los seres humanos, que sobre todo desde el esfuerzo por instaurar la fraternidad universal hará presente el Reino de Dios en nuestro mundo.
En tercer lugar es importante destacar que es ésta una buena ocasión para recordar y actualizar en todos los miembros de la comunidad creyente nuestra condición personal de bautizados en el nombre del Señor Jesús. A veces da la impresión de que el gran sacramento del Bautismo que nos une y configura con Cristo Jesús, “el más bello y el más sublime de los dones de Dios”, en la expresión de San Gregorio Naciancieno, lo tenemos un tanto olvidado.
Caer en la cuenta de nuestra condición de bautizados debería instarnos a vivir siempre dando gracias y buscando caminos de coherencia en conformidad con nuestra condición de discípulos y seguidores de Jesús.
Dando gracias por este misterio de comunión con Cristo Jesús, que nos sumerge en su mismo destino de vida entregada hasta el extremo y recuperada por la fuerza del Espíritu de Dios a otra Vida-sin-amenaza-alguna. Bautismo y gozo pascual y sentimiento de plenitud de sentido van siempre estrechamente unidos en lo más profundo del ser creyente cristiano.
Y buscando siempre caminos de coherencia. Hoy los ungidos por el Espíritu de Dios somos nosotros, los creyentes cristianos, y nuestra misión es la misma que dinamizó toda la vida del Señor Jesús. Al igual que Él, también nosotros deberíamos pasar por el mundo haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por cualquier tipo de mal. El sufrimiento sigue estando ahí, marcando y lacerando la vida de no pocas personas. Bautizados en el nombre de Cristo Jesús, fieles a su mismo Espíritu, también nosotros cada día hemos de enarbolar la búsqueda del derecho y de la justicia para tantos seres humanos que carecen de ambos.
Nos descubrimos ungidos y urgidos a hacer presente y a extender en nuestro mundo el Reino de Dios, a cuya causa el predilecto del Padre dedicó todo su ser. Así nos configuramos con Cristo y desde nuestra comunión bautismal con Él vamos impulsando el resurgir de la nueva humanidad cuyo motor es el amor mismo del Padre hacia todo ser humano.
Fr. Cesar Valero Bajo O.P.
Casa San Martín de Porres – Móstoles (Madrid)
domingo, 2 de enero de 2011
EPIFANIA DEL SEÑOR
Homilías
Ciclo
A Epifanía del Señor
6-1-2011
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Navidad
"Hemos visto salir su estrella, y venimos a adorarlo"
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Introducción
Epifanía, significa manifestación, acercamiento y proximidad. Dios se ha manifestado en Jesucristo, el Hijo muestra al Padre y con el Padre envía el Espíritu que sostiene nuestra fe. Dios se automanifiesta, se regala a la humanidad porque siente pasión por ella, por nosotros. Lo hace desde un cuerpo.
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Lecturas
Lectura del libro de Isaías 60, 1-6
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti.
Y caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen a ti;
tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar
y te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos,
de dromedarios de Madián y de Efá.
Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,
y proclamando las alabanzas del Señor.
Sal 71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13 R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R.
Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesio 3, 2-3a. 5-6
Hermanos:
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.
Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. »
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
"Y tú, Belén, tierra de Judea,
no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea,
pues de ti saldrá un jefe
que será el pastor de mi pueblo Israel."»
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
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Comentario Bíblico
Está viendo el comentario bíblico de: Fray Miguel de Burgos Núñez
También puede ver el de: Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Iª Lectura: Isaías (60,1-6): Dios de todos los pueblos
I.1. El texto del libro del profeta Isaías adelanta el sentido de la fiesta: el universalismo de la salvación de Dios. El Trito-Isaías (la tercera parte del libro de Isaías, con oráculos de un profeta desconocido), se vale de la imagen de Jerusalén, símbolo de la presencia de Dios, para afirmar que todos los pueblos buscarán a ese Dios. Pero no se hace por la apologética barata de que el Dios nacional de Israel sea el único y verdadero. El Dios del profeta no es un Dios nacionalista, y con ello cae por tierra ese nacionalismo religioso que muchas veces se ha usado para grandes despropósitos. Si el profeta se vale de Jerusalén, es porque el profeta no puede dejar de ser un judío en su mundo y en su cultura.
I.2. Pero la intuición del profeta se perfila en el sentido de que Jerusalén ha sido humillada muchas veces en su historia. Comparada con las grandes ciudades de la cultura y la religión que la han rodeado ha sido humillada, postrada, asediada y ha sido pasada a cuchillo. Ahora, teniendo Dios allí su morada (cosa que el profeta entiende al pie de la letra, pero nosotros no estamos obligados a ello) es testigo de cómo vienen todos los pueblos, todas las religiones, todas las culturas, para ver la luz de Dios, trayendo sus dones. Dios, pues, escoge a la Jerusalén maltrecha para decir quién es y qué quiere de la humanidad entera. Este es el evangelio, el misterio, del Trito-Isaías para sus contemporáneos. El texto resonará en el evangelio de Mateo del día de hoy.
IIª Lectura: Efesios (3,2-3.5-6): El misterio de Dios se revela a todos
II.1. El texto de Efesios nos habla del “misterio” que le ha sido encomendado al Apóstol para que lo lleve a todos los pueblos, a los paganos, a los gentiles (diríamos a los que no tienen Dios). ¿Cómo es posible? El texto es un texto paulino, una “confesión” que retrata a Pablo, si bien la carta a los Efesios es muy posible que no haya sido escrita por él, sino por un discípulo que quiere mantener en alto la antorcha de la vocación y la misión del Apóstol. Efectivamente, vemos un interés especial en describir la originalidad de la misión paulina. Y en esto no hay nada que objetar. Las cartas auténticas de Pablo nos revelan, por activa y por pasiva, que esta ha sido la vocación y la historia de Pablo, por lo que ha dado su vida “en Cristo”.
II.2. Se habla del “don de la gracia”, de una “revelación” que ha recibido el apóstol. Esta es la verdad si comparamos nuestro texto con Gal 1,12.16. Aquí se refiere al camino de Damasco como punto focal de esta iniciativa divina. Dios lo ha llamado para ser apóstol de los paganos y para ello le ha entregado el evangelio de la salvación. Lo que en nuestro texto de hoy se llama “misterio”, es lo mismo. Porque el evangelio es la buena noticia de que Dios ha decidido salvar a todos los hombres, de cualquier raza y religión. Es eso lo que el autor de Efesios llama misterio y lo que Pablo llama varias veces “mi evangelio”.
Evangelio: Mateo (2,1-12): La estrella de la salvación de la humanidad entera
III.1. Texto complicado, simbólico, arcaico, prefigurativo, midráshico. Todos estos adjetivos se usan a la hora de leer e interpretar el relato de Mateo sobre los magos (magoi, en griego, no reyes) que vienen en busca de una estrella. Y la verdad es que la exégesis bíblica ya ha dado numerosas muestras de madurez a la hora de interpretar un relato de este tipo, que desde luego, no puede leerse histórica o fácticamente, al menos con opciones fundamentalistas. Tenemos que reconocer que nos encontramos ante una magnífica página teológica, con sabor oriental y con una cristología de las primeras comunidades cristianas, especialmente la de Mateo, que vio en el texto de Miqueas (5,1) la prefiguración de Jesús como Mesías, por su nacimiento en Belén. La comunidad de Mateo, de origen judeo-cristiano, necesitó leer mucho las Escrituras, el AT, para rastrear su identidad de aceptar a Jesús como el Mesías en todos los sentidos. Consiguientemente, es posible que en una comunidad de este tipo se viera necesario, como causa-efecto, que si Jesús es considerado el Mesías, tenga que nacer en Belén.
III.2. Pero ¿qué papel desempeñan los magos? Pues el de aquellos que extraños al judaísmo y a su religión, han buscado y han interpretado los signos de los tiempos y se han arriesgado también a aceptar al niño de Belén como su luz. Es verdad que estos textos de Mateo, como los de Lucas, no pueden haber sido escritos sino después de que las comunidades cristianas proclamaran a Jesús resucitado. No podía ser de otra manera. Pero el texto de Mateo es más especial, si cabe, porque está “empedrado” de alusiones a textos veterotestamentarios que se leen con el sentido de cumplimiento o de alusiones significativas. Todos los grandes personajes de la historia han tenido su “estrella”, como Alejandro Magno, Augusto, y el “rey de los judíos” no podía ser menos a la hora de presentarlo ante toda la humanidad. Desde luego no es necesario pensar o defender que en el momento del nacimiento de Jesús se produjo una gran conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis; es bastante hipotético que sea así, y tampoco podemos decir que esté contemplado en nuestra narración. Además, si esta conjunción pudiera probarse para el año 7 a.C. (como algunos sostienen), todavía no se “buscaría” a Jesús como el “rey de los judíos”, porque este título no podía aplicársele desde su nacimiento, sino después de la muerte (es el título de la condena en la cruz) y la resurrección.
III.3. Desde el significado de la fiesta de hoy es mucho más iluminador leer el texto sin buscar exageradamente coincidencias históricas. Por eso interesa resalta su tejido midráshico (actualización y adaptación de textos bíblicos). Así podemos ver que nuestro relato ha podido confeccionarse teniendo en cuenta al profeta Balaam (Num24,17), un extranjero llamado por Balaq para maldecir a Israel; pero sucede lo contrario: lo bendice preanunciando la estrella de Jacob, el padre de las tribus. De la misma manera, el texto de Is 60,6 (nuestra primera lectura) con los camellos y dromedarios cargados de dones que vienen a Jerusalén y, no menos, el sentido del Sal 72,10.15 sobre los reyes de tierras lejanas que traen regalos al rey del futuro. La fe de los primeros cristianos tuvo que formularse de esta forma y de esta manera, expresarse simbólicamente. La verdad es que los cristianos aceptaron a Jesús como el Mesías verdadero, el que traería la salvación a todos. No había más remedio que rebuscar en la Escritura para dar sentido a todo ello.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
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Este comentario está incluido en el libro: Sedientos de su Palabra. Comentarios bíblicos a las lecturas de la liturgia dominical. Ciclos A, B y C. Editorial San Esteban, Salamanca 2009.
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Pautas para la homilía
¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?
Cuando preguntaron a Jesús si era él el Cristo, Jesús no contestó con un discurso elocuente sino que remitió a los hechos que llevó a cabo con su propio cuerpo: los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia. Este es también el programa para dar razón de nuestra esperanza. Manifestamos la gloria de Dios en medio del mundo cuando contribuimos a quienes no ven motivos para la esperanza los reencuentren; quienes tienen paralizada su conciencia o su capacidad para amar o perdonar, la movilicen; quienes han olvidado escuchar, oigan un mensaje de gracia que les despierte el deseo de seguir a Jesús y el interés por dialogar con sus semejantes. Dios se manifiesta desde una gruta recién nacido para “hacer nuevas todas las cosas” cuando salga de la gruta del sepulcro.
Dios ha tomado un cuerpo, el Hijo encarna una personalidad concreta en la que vemos cómo es Dios y cómo relacionarnos con Dios. Qué es el hombre y cuál su vocación, sus tentaciones y destino. Desde entonces los discípulos de Jesús buscamos prolongar allá donde habitamos, la misma vida de Cristo respecto al modo de relacionarnos con Dios, con las personas y con el mundo.
Nuestro cuerpo y nuestra personalidad tan diversas, están marcadas por un estilo concreto, tienen una orientación concreta, una medida: son medio para entrar en relación y comunión. Formamos el Cuerpo de Cristo en la Iglesia, compartimos el Cuerpo y la Sangre del Señor en la eucaristía y sentimos como nuestras las alegrías y tristezas de los cuerpos de las personas a quienes llamamos más que prójimos: amigos o hermanos. Prolongamos la encarnación con su fuerza sanadora al contacto con las heridas propias y ajenas.
Le ofrecieron regalos
Hoy en muchos hogares es día de abrir regalos. Los que recibió Jesús anunciaban su identidad y su destino: el oro por su realeza; el incienso por su divinidad; la mirra para su sepultura cuando entrega su vida para la salvación del mundo. Cristo nos dejó un regalo en la eucaristía, su Cuerpo es presencia adorable y permanente. El Espíritu Santo prolonga la Encarnación que toma Cuerpo en la misa.
El regalo pretende la alegría y la sorpresa. Alegrémonos como los Magos que “al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría”. Hemos recibido muchos regalos, es más, podemos hacer de los encuentros, “regalos gratuitos”. El amor de Dios nos ha encontrado y nosotros a El. Tenemos motivos para el gozo: crecer en la Navidad cotidiana, prolongar y celebrar la Encarnación del Hijo de Dios cada día. La que hace del amor un credo que se celebra con todo el cuerpo en la liturgia, y se confiesa con hechos de vida. Somos mujeres y hombres de deseos, algunos cumplidos, otros por llegar. Tenemos sed de vida abundante para todos, sed de Dios y sed de comunión verdadera. Tenemos ideales, aprendemos a luchar, resistir y sortear dificultades. También sabemos confiar y adorar… Cada día y cada noche de este nuevo año pueden depararnos momentos de asombro con los que ensanchar el corazón.
Tu corazón se asombrará, se ensanchará
Cuidemos la capacidad para el asombro. ¿Y si educásemos una mirada capaz de descubrir en la oscuridad de la historia y las historias personales, la luz y la gloria del Señor rompiendo con su resplandor tinieblas y pecados? ¡Levántate! Que llega tu luz. Conviértete en luz, levanta a otros con lo que puedas. ¿Dejarás que aquellos a quienes levantas alumbren también tu camino? Ese camino que Dios hace contigo. Salgamos pues a las calles a buscar, como los Magos, dónde está hoy, el Rey de los judíos. No llevamos oro ni plata, sino manos abiertas y el fuego del Espíritu de Cristo en los corazones. Él hace el resto y llega el asombro.
Fray Xabier Gómez García
Real Convento de Ntra. Sra. de Atocha (Madrid)
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Sermones de predicadores clásicos
San Luis Bertrán
San Luis Bertrán (Valencia, 1526 - 1581) no se propuso nunca publicar los sermones y temas predicables que él redactaba para uso personal. Pero en el momento de la muerte se hallaron en su habitación numerosos apuntes —escritos de su mano, o de la de algún fraile que se los escribía al dictado de él—, que el Santo utilizaba a la hora de predicar. A raíz de la Canonización, el 12 de mayo de 1671, y, sobre todo, gracias al interés y al impulso del gran Arzobispo de Valencia y ex-Maestro General de la Orden Dominicana, fr. Tomás de Rocabertí, para que esos escritos no se perdieran para siempre, en los años 1688-1690 se editaron en dos tomos los que aún pudieron recuperarse. Le ofrecemos los sermones transcritos por fr. Roberto Ortuño O.P. de la edición de 1688-1690. Si quiere ver los originales, diríjase a nuestra Biblioteca Virtual.
Epifanía del Señor. Sermón 1
«Después que nació Jesús en tiempo del Rey Herodes, se presentaron en Jerusalén unos Reyes venidos de Oriente» Mt 2,1 y ss
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Epifanía del Señor. Sermón 2
«Al ver la estrella se alegraron grandemente» Mateo 2,10; «Llégate al altar, ofrece el holocausto y ruega por ti y por el pueblo» Levítico, 9,7
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