sábado, 4 de diciembre de 2010

RECORDANDO A BUEN LIDER, SIEMPRE ESTARAS PRESENTE CON NOSOTROS, HERMANO GUILLERMO



La mística del mes morado
Llega octubre y con él no solo continúa el frío en nuestra ciudad, sino que como ya es costumbre,tiras colgantes de papel blanco y morado, nos encontramos con una que otra alfombra pintada en la pista, y nos llenamos los pulmones del infaltable sahumerio. Por todos lados se celebra algo, lo dicen los explosivos que acaban de hacerse humo en el cielo. La fe en el Señor de los Milagros nos trae eso, tradición y fervor.
nos rodean abuelitas vestidas de hábito, turrones de toda calidad y color, calles con
Si UD. fuera extranjero, seguro se preguntaría: ¿por qué cargan un anda tan pesada? ¿Por qué están vestidos así? ¿Qué hacen esas mujeres descalzas esparciendo humo? ¿Realmente es “El Señor de los Milagros”? Todo se remite hace cien años atrás en nuestra capital, donde a raíz del intacto estado de una imagen de Cristo tras un desastroso terremoto, nació una fe en pequeños grupos de devotos que pasado el tiempo se organizaron y formaron la primera Hermandad del Señor de los Milagros. Cada ciudad del Perú tiene la suya ahora, incluso encontramos grupos de nazarenos en países que congregan a colonias peruanas, como España, Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Roma.

Lo más sensible al ojo en estas fechas es el color. El morado no fue escogido por moda, significa el color de la penitencia. Quienes iniciaron el culto fueron las primeras hermanas nazarenas de Lima, y posteriormente los varones adecuaron el atuendo tubular a su cuerpo, con la única diferencia que ellos llevan una capa. Otro elemento resaltante es el cordón. En el caso de las mujeres, lo usan amarrado a la cintura y llevan tres nudos en un lado y dos en otro como símbolo de las cinco llagas de Cristo. En los hombres, el cordón se lleva en el cuello, y se hace un nudo a la altura del pecho como símbolo de la pasión y muerte del Señor. Sin embrago todos – así como puede ser cualquiera- llevan un detente en el pecho.

Por otro lado, lo que más recorre nuestro olfato por las calles no es el turrón, sino el olor del sahumerio. El sahumar es un acto de adoración y veneración que viene desde los antiguos reyes. En misas, vemos cómo el sacerdote sahúma el altar antes de iniciar los ritos de la eucaristía, y en las procesiones las sahumadoras, algunas hasta descalzas, también menean hacia delante su pequeño recipiente de lata guiando el camino de las andas. Para ellas, el sahumar es guardar respeto, sumisión, y adoración hacia la santa imagen; lo dice a su vez la mantilla blanca que les cubre la cabeza.

La fe mueve montañas, dicen los creyentes, y afirman también que el que cree, no necesita ver. Las manifestaciones que muy de vez en cuando escuchamos, aquellas sobre personas que lograron salvarse de problemas graves de salud; muchas veces son atribuidas a la categoría de milagros. Puede ser, hay cosas que la ciencia no encuentra respuesta. En una entrevista con el Presidente de la Hermandad del Señor de los Milagros, Guillermo Llanos Villa, él relató una historia por demás sobrenatural y asombrosa que seguro dejará pensando hasta a los más agnósticos.

“Normalmente en nuestros encuentros de hermandades, hay un momento en el cual un hermano debe dar su testimonio sobre la existencia de un hecho que haya cambiado su vida en relación a la fe por el Señor de los Milagros. Este año, un hermano contó que su esposa tuvo que dar a luz a su hija a los cinco meses y días, debido a que el parto traía complicaciones y la madre podía morir. La niña del tamaño de mi mano, fue puesta en una incubadora y sin esperanzas de vida por parte de los doctores. Pasó un mes y todos esperaban el desenlace fatal, los médicos auguraban que la niña nacería con problemas de visión, oído y que tal vez no podría caminar por sí sola. Han pasado dos años y medio y la niña vive completamente sana. No presenta ningún problema y si se enferma es de gripe o cosas así. Este no es un hecho común y lógicamente él lo ha contado con una sola intención: uno debe tener fe en el Señor”.

Para Guillermo Llanos, el milagro más grandioso es el que podemos apreciar cada octubre con la continua devoción al Señor de los Milagros. Sin duda, ambos casos son creíbles y podemos afirmar que sí existe toda una mística en la cultura nazarena, más allá de la antigua tradición que la estructura.

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