jueves, 6 de octubre de 2011

NO A TODA FORMA DE VIOLENCIA. MERECEMOS VIVIR EN PAZ Y EN JUSTICIA

NO A TODA FORMA DE VIOLENCIA. MERECEMOS VIVIR EN PAZ Y EN JUSTICIA Conmocionados por los hechos violentos como el de la trágica muerte del joven universitario Walter Oyarce Domínguez al término de un espectáculo deportivo y los múltiples actos delictivos con trágicas y fatales consecuencias que vivimos, queremos expresar nuestra cercanía con todas las víctimas de estos lamentables hechos, con sus padres, familiares, amigos, conocidos y con cada uno de los que deseamos vivir en un Perú que crece y se desarrolla en el respeto a la vida y a su dignidad, y desde la justicia y la paz. Constatamos que la violencia que sufrimos, incluida la urbana, no es solo realizada por jóvenes desadaptados en forma aislada, sino que está instalada en todos los estratos sociales y en todas las edades. Por eso debemos preguntamos: ¿Qué está sucediendo con nuestra sociedad? ¿Qué está pasando en nuestros hogares y en nuestras instituciones, de manera particular las educativas? Tenemos que reconocer que nuestra sociedad todavía no ha encontrado los medios eficaces para prevenir, controlar y sancionar debidamente estos hechos, lo que mantiene el clima de inseguridad y en ocasiones impotencia y frustración que debe ser superada con el enérgico rechazo y con un esfuerzo solidario y organizado de todos para que este tipo de hechos no se vuelvan a repetir. Esta cultura de violencia tiene entre sus causas más importantes la desintegración familiar que ocasiona enfrentamientos al interior de la familia, problemas afectivos y psicológicos, separaciones, divorcios, maltratos entre esposos y a los hijos que han llegado hasta el asesinato, al abandono de recién nacidos, víctimas que pueden tomar el camino de esa delincuencia que tanto rechazamos. Otro ámbito de preocupación en el desarrollo de nuestros niños y jóvenes son las instituciones educativas en sus diferentes niveles donde ha crecido de forma alarmante el hostigamiento, el maltrato psicológico y físico y el consumo de drogas y alcohol. No debemos olvidar que la educación escolar va más allá de los índices de rendimiento académico y que ésta es responsabilidad fundamentalmente de los padres de familia, a los que el Estado a través de su sistema educativo y de sus docentes deben garantizarles una sólida formación escolar impregnada de los mejores valores éticos, morales y cívicos que nos permitan crecer como una sociedad sana. Invocamos a que las instituciones del Estado, de la Sociedad Civil y a los padres de familia para que trabajemos cada vez más integrados y con mayor empeño para volver al sentido más profundo de la familia como institución básica y nuclear que promueve el desarrollo de las personas, de la sociedad, y por ende del país. Para asegurar que nuestros hogares sean espacios de amor, respeto, diálogo, comprensión y tolerancia donde los niños y los jóvenes crezcan con esperanza y optimismo. Quiero recordar las palabras del Santo Padre Benedicto XVI durante la última Jornada Mundial de la Juventud celebrada en España. “Ustedes, jóvenes, tienen el derecho de recibir de las generaciones que les preceden puntos firmes para hacer sus opciones y construir su vida, del mismo modo que una planta pequeña necesita un apoyo sólido hasta que crezcan sus raíces, para convertirse en un árbol robusto, capaz de dar fruto”. Como sociedad tenemos la obligación de educar debidamente a las nuevas generaciones. Exhortamos a los clubes deportivos y a nuestras autoridades a trabajar para hacer del futbol y del deporte espacios de integración y no de enfrentamiento. La ciudadanía espera que se sumen esfuerzos para prevenir la violencia a través del cumplimiento de la ley con decisión y firmeza. Que el Señor de los Milagros y la Santísima Virgen María nos ayuden a guiar a los niños y jóvenes por el camino del bien, y den sabiduría a las autoridades para abordar el problema de la violencia de manera integral, porque nuestro país merece seguir progresando en paz y en justicia. Lima, 6 de octubre de 2011 Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, OFM Arzobispo de Trujillo Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana

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