viernes, 6 de mayo de 2011

MADRE: SÍMBOLO DE LA UNIDAD FAMILIAR Y DEL DESARROLLO DE LA SOCIEDAD



En esta fecha especial en que celebramos el Día de la Madre, saludo con respeto y cariño a todas las Madres de nuestro país.

La Iglesia, fiel a las Sagradas Escrituras, valora la riqueza propia de la mujer, que es esencialmente dulzura, ternura, fidelidad, desprendimiento, generosidad y heroísmo; y que encuentra su más profunda identidad en la maternidad y en el desarrollo de ellas mismas y de sus familias.

En esta época de grandes decisiones en la que se habla del progreso del país, no debemos olvidar el rol y la importancia de la Madre peruana, porque ella con su sacrificio constante es pieza fundamental y símbolo de la unidad y desarrollo de todos los miembros de su familia. Al apostar por la unidad y la promoción de su familia, célula básica de la sociedad, la Madre está colaborando significativamente con el futuro del país.

La madre da todo a cambio de nada para que el ser que ha nacido de sus entrañas afronte la vida con coraje y optimismo. En este sentido, agradezco a las madres que han permitido ver la luz del mundo a sus hijos y que de ese modo dan a conocer la creación de Dios con el don maravilloso de la vida, emprendiendo con fortaleza y amor la misión de ser madres y enfrentando con valentía las dificultades que se presentan a lo largo de la vida.

La maternidad es una maravillosa realidad que encierra el misterio de la vida hecha a imagen y semejanza de Dios, pues en el seno de una Madre se unen cuerpo y alma para una eternidad, se forma un nuevo ser con un corazón creado para amar, con una libertad capaz de elegir y con una inteligencia hecha para guiar los destinos de la humanidad.

En este día, de modo especial, acompaño la soledad de las Madres olvidadas por sus hijos y de las que se encuentran privadas de su libertad. Les expreso mi cercanía a las Madres que soportan la cruz de la enfermedad y a todas las que sufren heridas en su dignidad humana o maternal. Pido a todos volver el rostro hacia las Madres que son víctimas de injusticias o de explotación, y a las que viven silenciosamente la dramática violencia familiar.

Finalmente, acogidos bajo el manto de la Madre de Dios y Madre nuestra, me gustaría recordar las palabras que nos dedicó el Papa Juan Pablo II, hoy Beato de la Iglesia Católica, en su discurso del 15 de mayo de 1988 cuando visitó nuestro país por segunda vez: “El pueblo peruano invoca a María como Madre, Madre de misericordia, porque Ella lleva en sus brazos y de Ella hemos recibido al Verbo de Dios hecho Hombre, venido a nosotros, los hombres, para que tengamos vida y la tengamos en abundancia”.

A todas las Madres del Perú, les deseo con afecto y gratitud: .


¡UN FELIZ DÍA, HOY Y SIEMPRE!
Lima, 6 de mayo del 2011
+ Hector Miguel Cabrejos Vidarte, OFM
Arzobispo Metropolitano de Trujillo
Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana

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